Al recibir la Orden Presidencial por poner en alto el nombre del país, la reconocida artista subrayó que cada rincón de la tierra del quetzal resuena con una melodía única, forjada en el trabajo diario, en la historia originaria y en la riqueza cultural.
La también compositora y guitarrista confesó que a lo largo de su recorrido musical, en cada escenario que ha estado y en cada aplauso recibido obtuvo un eco del orgullo que siente por sus raíces.
Cada canción que interpreto lleva consigo las montañas y valles de Guatemala, las voces de nuestras comunidades, la sabiduría de nuestros ancestros y la esperanza de un futuro lleno de posibilidades, remarcó la igualmente productora.
En el inicio de sus palabras tras la imposición de la medalla y el pin de distinción, Moreno destacó que su alma vibra como las notas de una marimba, llena de gratitud y de emoción, en un momento que trasciende su persona.
La orden –agregó- es un reflejo del espíritu de cada guatemalteco que lleva su tierra tatuada en el corazón y que, con esfuerzo y pasión, transforma sueños en realidad.
Recordó ante los presentes en el acto, justo en el día de su cumpleaños 43, sus primeros pasos en la música en el país, “donde descubrí la magia de las notas y las historias que podía contar a través de ellas”.
Describió que ha tenido el privilegio de colaborar con organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, un trabajo que le ha permitido comunicar su amor por la música con su compromiso social.
Este año también –amplió- tuve el gran honor de ser elegida como embajadora mundial para Rotary International, junto con otras personalidades a nivel mundial para seguir llevando ese mensaje social tan necesario a nuestras comunidades.
En el Palacio Nacional de la Cultura (sede del Gobierno), renovó su compromiso de ser embajadora de la nación, de elevarla en cada nota, palabra, paso más allá de las fronteras.
Llevar el nombre del país no es sólo un privilegio, es un deber sagrado que asumo con amor y responsabilidad, aseveró la cantante, cuya obra está inspirada en los géneros blues, jazz, soul y R&B.
Confirmó que su misión como artista es seguir cantando la grandeza de Guatemala, iluminando con su música las historias que hacen a los chapines únicos.
Además, dijo, rememorando al mundo que este territorio centroamericano no sólo tiene un pasado glorioso, sino un futuro lleno de armonías por descubrir.
Dedicó el reconocimiento a los soñadores, a cada niña, niño, joven, hombre y mujer que creen en el poder transformador del arte, de la música, de la literatura, las ciencias y el deporte.
Incluyó asimismo a todos los chapines que en su labor cotidiana construyen un puente hacia un futuro más brillante.
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