Se trata de manuscritos que datan de 1587 y 1613, los cuales evidencian el inicio, crecimiento y desarrollo del cultivo de la vid, así como la producción y el comercio del vino y el aguardiente a través de compañías, pulperías y tiendas.
Esa bebida espirituosa era transportada desde el puerto de Pisco hacia el Callao y Arica u otros a nivel internacional con la denominación de aguardiente de pisco.
La inscripción de los documentos en el registro regional de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura generó diversas reacciones en Chile y motivó una aclaración del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Según la Cancillería, los textos de finales del siglo XVI e inicios del XVII sobre el desarrollo del cultivo de las viñas y el comercio entre puertos regionales, no se refieren en ningún caso a los orígenes del Pisco, como señala el título de la inscripción realizada.
“La inscripción de una pieza documental tiene un carácter de fomento de la conservación de la memoria y no establece derechos de propiedad intelectual, ni exclusividad comercial sobre denominaciones de origen (D.O.) u otros derechos relacionados”, señala la declaración.
Y advierte que: “la incorrecta utilización de los programas de la Unesco para buscar resolver disputas de carácter comercial o técnico entre los países va en el sentido contrario de la constitución de este organismo internacional”.
Para el gerente de la Asociación de Productores de Pisco Chile, Claudio Escobar, la decisión de la Unesco en ningún caso significa un revés para su país porque el reconocimiento de la D.O. de la bebida chilena sigue intacto.
En cuanto a las diferencias entre el pisco chileno y el peruano, Escobar explicó que son dos productos distintos con el mismo nombre.
Durante décadas los dos países han mantenido una controversia sobre el origen del aguardiente de uvas y en ambos la bebida es considerada símbolo nacional.
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