lunes 23 de diciembre de 2024
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Una abuela de paseo por una feria medieval en Cuba (+Fotos)

La Habana, 22 dic (Prensa Latina) Una anciana octogenaria en una feria medieval en La Habana parece un elemento anacrónico, pero mi abuela, entre un centenar de jóvenes, nunca se sintió fuera de lugar.

Por Verónica Núñez Lastres

Estudiante de Periodismo y colaboradora de Prensa Latina

El emprendimiento cubano Suzume Studios realizó este fin de semana su tercer Festival Medieval, esta vez en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, sede anual por excelencia de la Feria Internacional del Libro de La Habana.

A estas actividades las personas van a “ser ellos mismos” en espacios afines a sus gustos; hubo performances, bailes, juegos de rol y participativos, rifas, torneos, una banda musical medieval en vivo y un mercado de artesanías.

La mejor parte de la experiencia es convivir con estos micromundos que a veces se nos hacen tan ajenos, pero que siempre parecen dispuestos a dejarte conocer su “lugar seguro”, en un país donde el número de frikis va en aumento.

Así le llaman en Cuba a algunas personas apasionadas de un tema o área de interés, sobre todo relacionadas con la ciencia ficción, el pop, el rock, los cómics, diferentes culturas o la tecnología.

Estoy logrando lo que quería, darle un espacio a las personas donde se sientan completos; un lugar para ser ellos mismos y como no encontraba algo así, lo creé, me comentó en una ocasión Su Fleites, fundadora de Suzume Studios.

Mi abuela Betty nunca había ido a nada semejante. Dijo: Vamos a ver cómo amanezco; horas después se alejaba con sus dos nietos a 14 kilómetros de su casa.

A sus 81 años fue la embajadora no oficial de la comunidad de adultos mayores en aquel recinto y asumió su imaginario cargo con la misma vitalidad que los veinteañeros.

«¿Pero el pobre no tiene calor con todo eso puesto?»; «¡Ah, mira esas croquetas! De saberlo traigo las que yo hago»; «Mira a esa que parece un ángel, dile que venga un momento que me quiero retratar con ella», fueron algunos de sus comentarios.

La yaya solo se sentó a descansar cuatro veces en más de tres horas y en una de esas ocasiones fue en un trono, para que le hicieran otra foto.

«¡Óyeme, pero qué bellezas! Yo sé tejer, pero que va, esto es más difícil», les dijo a las dueñas de un emprendimiento de crochet, las primeras de una numerosa lista de personas con las que intercambió palabras y bendiciones.

«Para darle al blanco tienes que abrir solo el ojo director y apuntar bien; muchas prácticas de tiro que tuve cuando yo tenía menos arrugas», instruyó a un par de jóvenes con quienes celebró después sus setenta puntos en tiro con ballesta.

Betty, con ocho décadas, era la mayor, pero con ella había un par de padres en sus cincuentas años y niños que no superaban los 15, demostrando que diferentes generaciones pueden disfrutar cultural y recreativamente en eventos de este tipo.

Suzume Studios y sus colaboradores organizaron una competición amistosa del juego de la soga; lucharon entre sí elfos, magos, caballeros, con música medieval y gritos de ánimo como acompañamiento sonoro.

Mientras, mi abuela “echaba un pulso” con un joven, diciéndole que si ella participaba en aquello, ganaba seguro, porque su familia decía que tenía mucha fuerza en las manos.

Saludó y recibió sonrisas curiosas a cambio; cuestionó como aquella “bonita muchacha” se quitaría después la pintura azul del cuerpo y le piropeó nostálgica el color de sus ojos a un chico, porque eran iguales a los de su difunto esposo.

Miró a la multitud con asombro cuando supo que quienes elaboran sus propios disfraces, pueden tardar hasta meses en terminarlos; «Alabao, ¿cómo va a ser?», me respondió con un nuevo sentido de respeto.

Los que cuestionan la moralidad de estas comunidades, quizás nunca vivieron un intercambio generacional en “los nuevos tiempos”; no vieron la expresión de quienes conversaron con Betty, ni la sonrisa del hombre que le regaló un anillo de su tienda.

No estuvieron allí cuando un caballero medieval caminó hasta el banco donde estaba sentada, solo porque ella quería una foto juntos, ni cuando la situación fue al revés y un joven pidió retratarse con “la señora”, por la inusual presencia de alguien de su edad en un evento como aquel.

Aquí, donde me ves, cumpliré 82 años en marzo, le confesó al muchacho y él, riéndose, culminó el diálogo con un cubanismo juvenil que significa la mejor o la más grandiosa: Abuela, usted es la verdadera tanke.

npg/mml/vnl

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