El anuncio la víspera de su gabinete de 35 ministros, sin figuras de la izquierda y la extrema derecha, desató como se esperaba un torbellino de críticas opositoras, un preámbulo de lo que tendrá que enfrentar el centrista de 73 años y aliado del presidente Emmanuel Macron, quien lo designó hace 11 días para dirigir Matignon.
La fecha para divulgar el gabinete, el mismo día que el país guardaba un duelo nacional por las víctimas en Mayotte del huracán Chido, ilustra la presión sobre un primer ministro que impuso un récord y al que figuras de la política local como el líder de los insumisos, Jean-Luc Mélenchon, le presagian poco tiempo en el cargo, con el pronóstico de que «no pasará del invierno».
Francia despedirá el 2024 con el cuarto primer ministro nombrado en un año, un hecho sin precedentes bajo la V República, la cual inició en 1958, sin señales de que el 2025 traiga tranquilidad al poder o a sus pretendientes.
Varios serán los momentos clave para el nuevo gobierno a principios de año, con un Consejo de Ministros previsto el 3 de enero, una suerte de termómetro para la relación entre Macron y el jefe de Matignon.
Bayrou prometió gobernar con independencia, pero sus palabras no impiden que la oposición lo considere un gabinete de continuidad, mantiene a más de la mitad de los ministros del derribado gobierno de Michel Barnier, y de subordinación al mandatario.
De hecho, desde La Francia Insumisa (LFI) y del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) ya han comenzado a evocar elecciones presidenciales anticipadas, asumiendo que Bayrou caerá rápido como Barnier y que Macron se verá obligado a renunciar ante tanta inestabilidad, un escenario que el jefe del Elíseo niega, advirtiendo que llegará al 2027.
En las redes sociales, la líder de RN y ya candidata presidencial, Marine Le Pen, estimó que el país pasa por un período de tránsito, que terminará «pronto, muy pronto, en el peor de los casos en algunos meses».
Otra fecha clave llegará el 14 de enero, cuando el primer ministro pronunciará ante la Asamblea Nacional su discurso de Política General, el cual desembocará en una nueva moción de censura, casi con seguridad.
Aunque LFI es el único partido que anticipa buscar temprano que Bayrou corra la misma suerte de Barnier, quien sólo duró tres meses en el puesto, ya los socialistas y RN han evocado la opción de la censura.
De acuerdo con el primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, no existen con el nuevo gabinete las condiciones para evitar la censura, con una moción que pudiera votarse dos días después del discurso frente a los diputados. También espinoso resultará el proceso de discusión y adopción del presupuesto del Estado para el 2025, después de que naufragara el presentado por el derrocado primer ministro.
Bayrou ofreció votar su propuesta de presupuesto a mediados de febrero.
Tanto la izquierda como la extrema derecha, las fuerzas que se unieron a principios de diciembre para tumbar al gobierno, reclaman un texto que no busque sanear las agobiadas finanzas públicas a expensas del bolsillo de los sectores más pobres y de la clase media.
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