Una legislación de 1917 anuló la conmemoración religiosa y festeja una de carácter laico.
Tal decisión se remonta al gobierno del presidente José Batlle y Ordóñez, quien decretó que el 25 de diciembre sería un feriado nacional para celebrar la familia.
Fue una medida controversial, aunque los uruguayos, como en el resto de Latinoamérica esperan el 25 en familia y con una cena especial.
Como en otras latitudes, los de acá se abrazaron a las 12 de la noche y en Montevideo sonaron los petardos y la noche se iluminó con fuegos artificiales.
Al filo de la medianoche las familias se felicitaban de un balcón a otro, al menos en el barrio capitalino de Pocitos.
Pero la realidad es que Uruguay es el país del continente con el porcentaje más bajo de católicos.
Esta semana se publicó la última edición del Latinobarómetro y entre sus mediciones encontró que por primera vez la mitad de los uruguayos dice no tener religión alguna.
Según el sondeo, Uruguay quedó con el menor porcentaje de católicos y de evangélicos.
En las últimas tres décadas el catolicismo se desplomó de más del 60 por ciento al 33, según la fuente.
El propio cardenal Daniel Sturla reconoció por estos días que la Iglesia católica uruguaya es “pobre, pequeña, pero hermosa y libre” y aderezó con que “le falta marketing”.
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