sábado 28 de diciembre de 2024
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José Manuel Cortina: Una vida reparando sueños (+Foto)

La Habana, 27 de dic (Prensa Latina) En el altar del béisbol cubano, brilla hoy un nombre con la fuerza serena de un artesano que trabaja en silencio: José Manuel Cortina, conocido como El Reparador de Sueños.

Por Boris Luis Cabrera

Nacido un día como hoy hace 74 años en el municipio Minas de Matahambre, en la occidental provincia de Pinar del Río, justo cuando se celebra en el país un aniversario del primer juego de béisbol con registros estadísticos, Cortina parece destinado desde su cuna a tejer futuros desde la mística del montículo.

Su magia no se mide en estadísticas, sino en la resurrección de brazos quebrantados y en la recuperación de talentos que parecían desahuciados, por lo que decenas de lanzadores deben a sus manos prodigiosas y a su mente brillante el renacimiento de carreras que el destino parecía haber sentenciado.

Es un maestro que no solo enseña, sino que restaura. Y así, con la modestia de los grandes, ha regalado a Cuba un legado que trasciende las fronteras de los estadios.

Cortina jamás ha vestido el uniforme del equipo de la mayor de Las Antillas y en un arranque de su humor tan honesto como su trabajo, dijo una vez que era muy feo para ponerse un traje tan bonito; pero es el alma, no la apariencia, la que viste de gloria a los hombres como él.

Los serpentineros que han tenido el privilegio de pasar por sus manos han obtenido más de mil victorias, varias de ellas vistiendo los colores de la selección nacional, y con eso le basta al héroe de esta historia.

Su lugar en el béisbol no está en las vitrinas oficiales, sino en los corazones de quienes conocen el valor del sacrificio y el trabajo bien hecho.

Fue él, además, uno de los primeros en guiar al célebre panameño Mariano Rivera, el legendario cerrador de los Yankees de Nueva York, quien con su recta cortada hizo historia en las Grandes Ligas estadounidenses y más tarde entró al Salón de la Fama de Cooperstown como el primer elegido por unanimidad.

Rivera lleva consigo un eco del toque de Cortina, ese conocimiento que no solo se enseña, sino que se transmite como un hilo invisible entre maestro y discípulo.

Este buen cubano es un orfebre de sueños, un reparador de destinos. Su vida, forjada con la fibra del sacrificio y el amor al juego, es un recordatorio de que la grandeza no siempre se mide en medallas ni en convocatorias.

Como un Quijote de los diamantes de béisbol, lucha contra molinos de viento que se alzan en forma de lesiones, escepticismos y desdenes, y así como el manchego se armó de su lanza y escudo; él lo hizo con conocimientos y su fe en el arte de reparar lo irremediable.

José Manuel Cortina, quien recibió el premio especial José Yañez Ordaz por la Obra de la Vida, es un hombre que, en su lucha silenciosa, demuestra que la grandeza no está en el reconocimiento inmediato, sino en el impacto eterno de sus sueños y sus obras.

jcm/blc

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