En la ciudad de Damasco, miles de sirios se reunieron en la emblemática Plaza Omeya, donde se efectuaron espectáculos festivos, musicales y fuegos artificiales.
Asimismo, los barrios cristianos de la capital y las ciudades de Alepo y Latakia fueron escenarios de concentraciones populares que recibieron el 2025 con luces y fuegos artificiales.
A pesar de los llamamientos de las autoridades de entregar las armas durante los últimos días, se reportaron en algunos barrios capitalinos disparos al aire, lo que generó preocupación sobre la presencia de gran cantidad de armas incontroladas en manos de la población.
Prensa Latina aquí entrevistó a varias personas que expresaron su alegría por recibir un nuevo año con un cambio que siempre han esperado, mientras otras, en particular de las minoría, manifestaron que la celebración este año se caracteriza por el temor y la incertidumbre sobre el incierto futuro del país.
Mientras tanto, el líder de la autoridad de facto en Siria, Ahmed Al-Sharaa, recibió a una delegación que representa las iglesias de la comunidad cristiana en el país.
El encuentro se produjo en medio de sentimientos de ansiedad que prevalecen entre las minorías, y esfuerzos para obtener garantías de seguridad y respeto de las nuevas autoridades.
Siria entró en 2025 en un contexto de incertidumbre para los cristianos y las minorías musulmanas, en particular los alawíes, por la llegada al poder de los islamistas que derrocaron al gobierno de Bashar Al-Assad, el día ocho de diciembre último.
En una decisión vista como un nuevo gesto positivo, el Gobierno interino había decretado varios días como festivos en todo el país por la celebración de la Navidad y el Nuevo Año por los cristianos.
El nuevo líder de Siria, Ahmed Al-Sharaa, que lideraba el grupo extremista Hayet Tahrir Al-Sham, aseguró en varias ocasiones que en la nueva Siria serán respetadas todas las etnias y confesiones de la sociedad.
Siria es un país con una gran diversidad religiosa y étnica, y fue considerado históricamente un mosaico de múltiples colores y la convivencia matizó su tejido social.
La nación, con una superficie superior a los 180 mil kilómetros cuadrados, constituye una mezcla compleja de grupos sectarios y étnicos que viven en diferentes regiones.
La guerra que asola la nación desde 2011 ha puesto en peligro esta convivencia entre los espectros de la sociedad siria, en medio de llamamientos a conservar esta multiplicidad.
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