El Ejecutivo nipón estableció, por primera vez, esta meta como prioridad, y con aspiraciones precisas para dentro de 15 años.
De acuerdo con los objetivos, en 2040 se aspira a que las energías renovables, como la solar y la eólica, representen entre el 40 y 50 por ciento del total, la térmica aproximadamente entre el 30 y el 40 por ciento, y la nuclear alrededor del 20 por ciento.
En cuanto a esta última, la propuesta consiste en aprovecharla al máximo hasta llegar casi al nivel previo al accidente de Fukushima, una diferencia sustancial respecto al plan energético anterior, elaborado por el gobierno en 2021, que indicaba reducir la dependencia de la energía nuclear tanto como fuera posible.
Al decir del portavoz gubernamental Yoshimasa Hayashi, el nuevo plan busca proporcionar un suministro estable de energía al país a la vez que se fomenta el crecimiento económico a partir de fuentes renovables.
Por tanto, contiene una estrategia con vistas a flexibilizar las condiciones para la reconstrucción de las centrales nucleares que vayan a ser desmanteladas en Japón, una cifra que ronda la veintena, según datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
A la vez, se sientan bases para impulsar el desarrollo de reactores de próxima generación.
De esta manera, el Ejecutivo japonés intenta preparar a la nación asiática para un futuro marcado por el aumento de la demanda de electricidad.
Entre los factores que determinarían el incremento, citó el auge de la inteligencia artificial, cuyo acelerado desarrollo plantea un alcance incalculable.
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