Por Fausto Triana
Luego de cinco días de jolgorios, la urbe de la provincia de Salamanca, ubicada a unos 25 kilómetros de Portugal, repite como cada año una tradición referenciada desde el siglo XV, con influencia transversal de los Reyes Católicos.
Unos festejos bastante abarcadores que, al margen, potencian el turismo y compensan una inversión de alrededor de 400 mil euros, con ingresos de unos cuatro millones, según explicó a Prensa Latina el alcalde de la urbe Marcos Iglesias.
La cita anual, en los prolegómenos de Cuaresma y Semana Santa, tiene características especiales, con una gran feria, disfraces, carrozas y tauromaquia, en un encuentro que contempla encierros, capeas y corridas, al mejor estilo de los sanfermines de Pamplona a los que dio fama mundial Ernest Hemingway.
Como quiera que la Cuaresma oscila en función de la Luna llena, también el Carnaval del Toro varía sus fechas. En esta ocasión, la inclemencia del tiempo, con intensas lluvias, afectó un tanto a las celebraciones, aunque el entusiasmo y la afluencia de público no se paralizó.
Dentro de su singularidad, el evento es durante cada fecha, un genuino cruce de miles de personas con los disfraces más disímiles que se puedan imaginar, máscaras, peñas nacionales y una internacional de “corredores de encierros y desencierros”.
Son los valientes que, como se hace en los San Fermín de Pamplona, Navarra, corren delante de toros lanzados a las calles, una tradición mezcla de peligro y mucha adrenalina.
Belén Barco Hernández, concejala de Turismo y Cultura de Ciudad Rodrigo, explicó a Prensa Latina que el Carnaval del Toro es el más importante de España, “un punto de encuentro a nivel nacional e internacional de personas que les gusta esta fiesta tan singular”.
“Tiene sus orígenes en 1417, con sus problemas e interrupciones a lo largo de los siglos, pero con un marcado acento taurino para los amantes de las corridas, encierros y capeas. También es único, porque en la Plaza Mayor, se construye el recinto del toreo en madera como hace siglos por los propios vecinos”, comentó.
Desfiles de carrozas, alusiones indirectas a famosos carnavales como los de Río de Janeiro o Venecia, murgas, comparsas, rondallas y mucho júbilo en las áreas de feria, bares, restaurantes y calles de la ciudad de cerca de 12 mil habitantes.
Entre sus atractivos, se añaden tres imperdibles, el Castillo de Enrique II (actualmente Parador hotel turístico); la Catedral de Santa María; y el muy curioso Museo del Orinal.
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