Por Boris Luis Cabrera.
Como un vendaval que arrastra todo a su paso, la joven de apenas 17 años ha irrumpido en la élite con la fiereza de quien no conoce límites y su raqueta ya inscribe capítulos dorados en la memoria del tenis mundial.
En la catedral californiana, la natural de Krasnoyarsk convirtió su sueño en hazaña: venció en semifinales con la audacia de quien desafía lo establecido a la polaca Iga Swiatek, número dos del orbe, y en la final desarmó con temple y precisión a la bielorrusa Aryna Sabalenka, monarca del ranking.
Con cada golpe, con cada desplazamiento, con cada mirada serena y decidida, la rusa transformó la incertidumbre en éxito y se puso a la altura de las leyendas, al convertirse en la primera tenista menor de 18 años que doblega a las dos mejores raquetas del mundo en un mismo torneo, desde que lo hizo Serena Williams en el Abierto de Estados Unidos de 1999.
Su proeza la coloca en un club selecto: en los últimos 40 años, solo otras dos jugadoras habían logrado semejante hazaña en la WTA. Además, con su victoria en Indian Wells, se convierte en la tercera campeona más joven del torneo, siguiendo los pasos de Martina Hingis (1998) y la propia Serena (1999).
Pero Andreeva no solo brilla por su precocidad, sino también por su constancia. Este título es su segundo consecutivo tras coronarse en Dubái, y su triunfo número 19 de la temporada, para convertirse en la máxima ganadora del circuito en lo que va del año.
Con su raqueta como estandarte y su determinación como brújula, ha escalado hasta el puesto seis del escalafón universal, erigiéndose como una de las figuras más imponentes de este deporte en la actualidad.
Entre la euforia del momento, la joven campeona no olvidó el alma que la guía. En la ceremonia de premiación, sus palabras fueron un guiño de gratitud hacia su entrenadora, la española Conchita Martínez, a quien agradeció con la timidez propia de la adolescencia.
Los nervios, la presión, la inmensidad del momento… todo quedó atrás cuando alzó el trofeo. En sus ojos, se observó la chispa de quien sabe que este es solo el principio, porque aunque la historia del tenis ha sido testigo de muchas estrellas fugaces, Mirra Andreeva brilla con la intensidad de un astro eterno.
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