La portavoz de la Cancillería, Mao Ning, subrayó que los automóviles del gigante asiático son populares en todo el mundo «por surgir de la feroz competencia del mercado con innovación tecnológica y excelente calidad» y no por el uso de las llamadas «prácticas desleales».
Además, la vocera resaltó la apertura de China a las compañías automotrices globales, incluidas las norteamericanas, las cuales «compartieron plenamente» los dividendos de este gran mercado.
«Por el contrario, Estados Unidos ha incurrido en proteccionismo comercial y ha establecido obstáculos, incluidas políticas de subvenciones discriminatorias, para obstruir el acceso al mercado estadounidense de los automóviles fabricados en China», agregó.
Mao rechazó la politización de las cuestiones económicas-comerciales e instó a Washington a respetar los principios de competencia leal, dejar de estirar demasiado el concepto de seguridad nacional y poner fin a su represión discriminatoria contra las empresas nacionales.
Recientemente otro vocero, Wang Wenbin, aseguró que para algunos políticos estadounidenses «cualquier cosa que se promueva desde China puede ser una amenaza y debe ser detenida por todos los medios».
Según explicó, Washington lo mismo acusa a los fabricantes chinos de tecnología de dejar una «puerta trasera» en sus productos que llama a las grúas del gigante asiático «caballo de Troya» que recopilan inteligencia.
«Tal vez las camisas y los calcetines sean el único tipo de exportaciones chinas que no amenacen a Estados Unidos», agregó.
Wang consideró esto como pura intimidación y hegemonismo, que «rompe las reglas, juega sucio a los competidores y priva a otros países de su legítimo derecho al desarrollo».
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