Conocida en occitano o lengua de Oc como Ciutat de Carcassona, constituye con sus murallas, almenas, torres puntiagudas, fortaleza y catedral gótica un testigo único de la época medieval, capaz de hacer volar la imaginación hacia tiempos de reyes, princesas, caballeros y hechiceras.
Desde una colina, este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en 1997 cuenta su historia, marcada por la construcción de fortificaciones debido a su posición estratégica en la ruta entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico.
Fue en el siglo XIII que Carcasona se convirtió, con su doble muralla y estructuras militares, en un bastión prácticamente inexpugnable, al punto de que en la guerra de los 100 años entre Francia e Inglaterra resistió los ataques de Eduardo de Woodstock, el llamado Príncipe Negro.
La ciudadela ha sido escenario de grandes obras de restauración, con un nombre que viene a la mente, el de Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, arqueólogo y arquitecto autodidacta célebre por el diseño de la aguja de 93 metros de la catedral de Notre-Dame de París y las labores de recuperación en el Monte Saint-Michel y el castillo de Roquetaillade.
(Tomado de Orbe)