Harar se convirtió así en la primera urbe del país norafricano en albergar dos patrimonios: el histórico festival Jugol y el Shuwalid.
La festividad marca el final de seis días de ayuno para compensar las omisiones durante el ramadán y es celebrada en los santuarios de Aw Shulum Ahmed y Aw Akebara, ubicados en las puertas de entrada principales de la ciudad amurallada.
Entre tanto, las súplicas y cantos espirituales dan inicio a la tradición, seguidos de la lectura de las Escrituras, la interpretación de música y danza, y concluye con palabras de bendición.
Es una ocasión que une a miembros de la comunidad de todas las edades y géneros, a la vez que sirve como plataforma para que los ancianos compartan sus conocimientos.
El Shuwalid transmite a los jóvenes valores, normas y tradiciones culturales, además de promover la cohesión social y el sentido de identidad.
(Tomado de Orbe)