A poco más de una semana del acontecimiento, fijado por ley para el 1 de junio próximo, un enjambre de trabajadores y maquinarias laboran sin interrupción en el Palacio Nacional y sus alrededores y cerca de la Biblioteca Nacional, además de lo que será un corredor peatonal en la Avenida Rubén Darío.
Los techos de los locales cercanos al Palacio Nacional fueron pintados de rojo hace pocos días y ahora, cerca de la catedral Metropolitana se pude observar el llamado Kilómetro Cero, nuevo remozado y brillante, que marca los destinos hacia los cuatro puntos cardinales.
Estos ajetreos y preparativos, presuntamente, pues no hay confirmación oficial, son apurados pues se espera que Bukele sea coronado como presidente en el interior de la edificación, desde la cual anunció su victoria en las últimas elecciones.
Las controversias no faltan en las últimas semanas. Expertos, historiadores y personas vinculadas a la cultura critican en especial la intervención en el Palacio, un patrimonio del país con una historia centenaria.
Tras varios días de polémica por la extracción de las losas centenarias de la edificación y el trasplante de una de las cinco araucarias del jardín de la misma, trabajadores del Ministerio de Obras Públicas (MOP) empezaron a transportar losas nuevas para el interior del recinto.
Ya ese legado histórico y museable de un sitio protegido se perdió, y muchos denuncian que es un daño irrecuperable.
Aun no se conoce oficialmente donde será la toma de posesión pero, por lo que ocurre en el centro histórico de San Salvador, el Palacio Nacional será la tribuna de Bukele en 1 de junio y donde recibirá los atributos que lo consagren presidente.
Las escaleras de ingreso al Palacio también tienen losas nuevas, pero eso no es visible desde la calle porque está resguardada por láminas de metal que impiden ver hasta dónde llega la transformación de la estructura.
Asimismo a un costado de la Biblioteca Nacional y del Palacio Nacional, en el terreno que fue demolido, el MOP marco el suelo pero aún se desconoce qué será construido allí, y menos aun la suerte de los centenares de trabajadores informales que buscaron allí el sustento durante más de 30 años.
En la Avenida Rubén Darío, el que no visita la zona desde hace varios meses se sorprenderá por el cambio, pues no hay vendedores informales, un gran paseo peatonal se abrirá en los próximos días con una idea de transformación futurista en un entorno con edificaciones histórica, testigo de lo que fue la capital muchos años atrás.
Lo que es más seguro es que el visitante ya no podrá caminar sobre las coloridas y centenarias baldosas hidráulicas con al menos 113 años de antigüedad que pasaron a ser parte de la historia en algún oscuro rincón del llamado Pulgarcito de América. Mientras tanto se espera que sea confirmado el acto de toma de posesión en esa centenaria edificación.
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