El coloso sudamericano mide seis mil 263 metros de altura —frente a los ocho mil 848 m del Himalaya—, pero debido a la forma geoide de la Tierra, donde el diámetro en la zona ecuatorial es el mayor de todo el planeta, su cima supera en 1,8 kilómetros la del Everest y está a menos distancia del astro rey que cualquier otro sitio del orbe.
El Chimborazo ha despertado el interés de conocidos viajeros, como el explorador, geógrafo y naturalista alemán Alexander von Humboldt, quien visitó la zona durante su expedición científica por América del Sur a finales del siglo XVIII.
La cúspide, nevada durante todo el año, es visible desde gran parte de Ecuador y regala paisajes dignos de fotografiar desde cualquiera de sus ángulos.
A pesar de las duras condiciones climáticas y la altitud extrema, el ecosistema que rodea la montaña alberga una variedad sorprendente de flora y fauna adaptadas a la vida en las alturas.
En las laderas inferiores es posible ver bosques nubosos y a medida que se asciende por las pendientes la vegetación se vuelve más escasa, dando paso a las rocas de origen volcánico, formadas por lava y material piroclástico.
Es común en ese sitio avistar vicuñas, llamas, alpacas o quizás algún cóndor andino, especie endémica en peligro de extinción que planea majestuosamente en los cielos y es considerado un símbolo de la belleza y la fragilidad de ese ecosistema.
La última erupción del volcán fue hace más de 10 000 años y en la actualidad es ideal para practicar deportes de aventura como ciclismo de montaña, escalada y excursionismo.
Dispone de dos refugios en donde los montañistas pueden realizar el proceso de aclimatación previo a la ascensión a la cumbre, y para lograr este hito no basta tener voluntad, pues también es necesario estar en muy buena forma física.
Cerca de uno de los refugios está situado un monumento en homenaje al Libertador, Simón Bolívar, quien como parte de su periplo independentista visitó la zona e incluso escribió un poema sobre el volcán.
Inmortalizado en el escudo nacional de Ecuador, el Chimborazo era considerado por antiguos habitantes como una montaña sagrada, y en medio de leyendas hoy se impone majestuoso y sereno en el paisaje andino.
(Tomado de Orbe)