Alrededor de 400 efectivos entre policías y gendarmes con apoyo aéreo fueron desplegados en Riviere-Salée, el último barrio de la capital Numea en poder de manifestantes, operación que dejó al menos una docena de arrestos.
A mediados de mes estalló la violencia en Nueva Caledonia en rechazo a la reforma constitucional promovida por el gobierno francés para ampliar el censo electoral local, la que los independentistas denuncian como una vía para restar visibilidad a los kanaks, pueblo autóctono que representa más de un 40 por ciento de los habitantes del territorio.
Los enfrentamientos, los disparos, la destrucción de bienes, las barricadas y los saqueos provocaron siete muertos, incluidos dos gendarmes, cientos de heridos y millonarias pérdidas materiales, que llevaron al establecimiento del estado de urgencia, la realización de una visita del presidente Emmanuel Macron y la dilación del cambio para favorecer el diálogo.
En su cuenta en Twitter, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, felicitó a las fuerzas del orden y escribió que en Riviere-Salée, además de las detenciones, fueron despejadas 26 barricadas.
Macron se mostró abierto al diálogo en Nueva Caledonia, pero descartó cualquier revisión de la presencia de ese archipiélago dentro de la República, alegando los tres referendos en los que la población votó a favor de ese escenario, el último de ellos, en 2021, boicoteado por los independentistas.
La colectividad es uno de los territorios no autónomos en la agenda del Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas.
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