Director, actor, productor, compositor de bandas sonoras, político y todo lo que hasta el momento se propuso hacer, pues esta polifacética figura convirtió el set de rodaje en su hogar, un espacio desde el cual encarna personajes inolvidables y eternos como él.
Carmel, el pueblo californiano donde el actor ha vivido la mayoría de su vida y donde llegó a ser alcalde en los años 80, vio crecer a esta estrella, nonagenaria ya, pero pese a que ya no se deja ver a menudo en eventos públicos, trabaja aún delante y detrás de cámaras.
De hecho, acaba de terminar de rodar su película Juror No. 2, todavía sin fecha de estreno.
Luego de 70 años dedicados al cine, con dos premios Oscar a Mejor Dirección y más de 80 títulos a sus espaldas, pocos pueden igualar la trayectoria de quien es considerado una de las últimas leyendas vivas de Hollywood. Venerado por público y crítica, Eastwood abandera una compleja dualidad entre el arquetipo de tipo duro, serio y lacónico encarnado en muchas de sus películas y su faceta como director al frente de historias más intimistas.
Curtido en televisión e icono del spaghetti western, Eastwood nació en un mundo en el que convertirse en estrella de cine no era ni un sueño recurrente porque la industria del entretenimiento apenas había echado a andar.
Su vida en la carretera, por los constantes cambios de la familia, quedó reflejada en muchas de sus películas.
La música entró en su vida desde muy pequeño, en especial, el jazz y cuando fue entrevistado en un programa televisivo explicó que aprendió a tocar el piano de oído, habilidad con la cual pudo ganarse la vida de adolescente interpretando en bares de la zona de Oakland, donde la familia se asentó.
En cuanto a la escuela, nunca le interesó demasiado y tras los años de instituto decidió probar en Los Ángeles.
Con una medida de casi dos metros de altura y una belleza de rasgos duros, a Eastwood siempre le funcionaron dichas características físicas como carta de presentación, consiguiendo su primer papel en 1954, hace 70 años.
Después de una temporada trabajando para Universal con pequeños papeles el estudio prescindió de él y en ese instante hubiera terminado el periplo de Eastwood en el cine, pero no ocurrió. No tuvimos que prescindir de filmes como Sin Perdón (1992) o no hubiéramos llorado con Los puentes de Madison (1995).
Otra de las cintas producidas, dirigidas y protagonizadas por Eastwood fue Million Dollar Baby (2004), largometraje galardonado con más de 40 premios nacionales e internacionales.
Recibió cuatro premios Oscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz Principal (Hilary Swank) y Mejor Actor de Reparto (Morgan Freeman).
De policía embrutecido a director consagrado, así fue el prolífico camino del artista, siempre atraído por estar detrás de cámaras y dirigir actores.
Muy disciplinado, en el set de rodaje seguía los movimientos de los cineastas para algún día estar en la anhelada posición, pero hubo un paso previo y fue crear su propia productora The Malpaso Company, con el objetivo de seleccionar las historias que bajo su punto de vista merecía la pena contar.
En 1971 debutó como director con el thriller Escalofrío en la noche.
Además de ser muy eficiente en la dirección, el cineasta acostumbra a rodearse siempre del mismo equipo, quizá la familia más estable creada por él.
En sus películas abordó todo tipo de temáticas, desde el tema bélico de Cartas desde Iwo Jima (2006) o El francotirador (2014), hasta la discriminación racial de minorías reflejada en Gran Torino (2008).
Con más de siete décadas en el cine, Eastwood está en pleno rendimiento y como una maquinaria sigue en su «hábitat natural», el set de rodaje, como pez en el agua.
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