Según la investigación, el calentamiento global incrementó en un cinco por ciento las muertes por suicidio y la exposición a largo plazo a algunos contaminantes y disolventes, presentes en pinturas o barnices, está vinculada también con una mayor incidencia de demencia y deterioro cognitivo.
“El cambio climático desata fenómenos extremos cada vez más frecuentes, como olas de calor o grandes tormentas puede generar también efectos traumáticos en la población expuesta o quebrar los pilares clave para una buena salud mental, como la estabilidad económica o la seguridad alimentaria”, apunta el informe.
Para llegar a sus conclusiones, los expertos analizaron 285 estudios realizados en todo el planeta y aunque no encontraron ninguna causa-efecto directa, sí hallaron asociaciones contundentes.
Por ejemplo, en el caso del suicidio, indican que algunas evidencias sugieren que la exposición a altas temperaturas puede afectar directamente la función cerebral, con alteraciones en la oxigenación adecuada y la permeabilidad de la barrera hematoencefálica.
“Además, otros estudios ya señalaban alteraciones en los neurotransmisores debido a las temperaturas más altas que pueden empeorar directamente el estado de ánimo, haciendo a las personas más irritables y estresadas, y amplificando los síntomas de los trastornos mentales”, explicaron los científicos.
Ello no quiere decir que la gente se suicida por el aumento de la temperatura, sino porque está muy mal.
“El aumento de temperatura está generando un malestar emocional y es como una gota que añades a un vaso que ya está lleno”, detalló Eduard Vieta, el jefe del Servicio de Psiquiatrí¬a y Psicología del Clí¬nic y responsable del Grupo de Trastornos Bipolares y Depresivos del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer de Barcelona.
La investigación también arrojó que contaminantes como el tolueno, la acetona, el xileno o el acetato de etilo presentes en las sustancias disolventes de pinturas y compuestos de limpieza pueden provocar desde irritación de la piel, dolores de cabeza y visión borrosa, hasta pérdida del conocimiento y la muerte.
Alerta, además, que la exposición a niveles altos de dióxido de azufre podría elevar el riesgo de recaída de pacientes con esquizofrenia.
La Organización Mundial de la Salud ya advirtió sobre esos efectos y reafirma que el cambio climático está haciendo tambalear los cimientos de la salud y “tiene el potencial de socavar décadas de progreso”.
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