Tras dejar de comunicarse coherentemente con el control de la misión en noviembre de 2023 por un fallo informático, una solución creativa del equipo de la misión restableció la interacción con la nave que estudia las ondas de plasma, los campos magnéticos y las partículas.
Esta información es importante para mostrar a los científicos cómo cambian las partículas y los campos magnéticos a medida que la sonda se aleja.
El control de la misión en la Tierra, situado en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, recibe esos datos en código binario, o una serie de unos y ceros; sin embargo, el único chip responsable de almacenar parte de la memoria del sistema, incluido parte del código de software del ordenador, dejaron de funcionar correctamente y la pérdida del código en el chip provocó que los datos científicos y de ingeniería quedaran inutilizables.
De acuerdo con la NASA, para dar solución a ese problema, el equipo almacenó el código afectado del chip en otro lugar de la memoria del sistema y al no encontrar un espacio suficientemente grande lo dividieron en secciones y almacenaron en diferentes lugares dentro del sistema de datos de vuelo.
Luego de encontrar y reparar esas fallas, los ingenieros sincronizarán el software de cronometraje en los tres ordenadores a bordo de la nave espacial para que puedan ejecutar comandos en el momento adecuado.
«El equipo también realizará tareas de mantenimiento en la grabadora digital, que registra algunos datos para el instrumento de ondas de plasma que se envía a la Tierra dos veces al año», puntualizó la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de estados Unidos (NASA).
Actualmente, la nave se encuentra a unos 24 mil millones de kilómetros de la Tierra, la Voyager 2, a 20 mil millones.
Ambas sondas gemelas despegaron con semanas de diferencia en 1977 y se mantienen activas cuatro décadas después, tras volar inicialmente por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
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