Estarán presentes en el encuentro 60 organizaciones del campo, ligadas a los frentes Brasil Popular y Pueblo Sin Miedo.
Figuran entre ellas el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), la Central Única de los Trabajadores y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo.
Al menos ocho centrales sindicales, que apoyaron la elección de Lula, colocarán en la mesa de debate cuestiones de empleo, ingresos y derechos para la población sin cartera firmada (sin derechos laborales).
João Pedro Stédile, de la coordinación nacional del MST, pidió la urgencia de acelerar la implantación de políticas públicas que atiendan las necesidades de la población, especialmente los más pobres y los trabajadores informales.
Según Stédile, aunque el Gobierno mantiene la inflación bajo control y aumenta salarios, los beneficios de estas medidas aún no han llegado a la parte de la población que más necesita.
«Hay una inquietud muy grande porque, en los últimos dos años, los movimientos populares se comprometieron para elegir a Lula y derrotar al fascismo. Todos somos conscientes de las dificultades», indicó el sindicalista.
Admitió que surgió un Gobierno de frente amplio, hubo alianza con sectores de la burguesía, incluso agraria, que se sumaron a la lucha antifascista. «Esto es positivo, pero tenemos que ver resultados concretos en la base», reclamó.
Stédile resaltó que, a pesar del diálogo frecuente con los ministerios, falta determinación política y osadía para retomar grandes programas que sensibilicen a las masas.
Destacó la gravedad de la crisis económica y ambiental, mencionando la tragedia climática en el estado Rio Grande do Sul y la quema del 10 por ciento del bioma Pantanal.
«Los movimientos populares están preocupados por la necesidad urgente de hacer que la buena voluntad de Lula y las políticas públicas lleguen a las bases para resolver los problemas concretos de la población», reiteró.
Se espera que estas organizaciones urbanas planteen temas como vivienda, salud, educación y transporte, y defiendan la idea de tarifa cero para el transporte público, ya implementada en 130 ciudades brasileñas.
En el campo, los desafíos incluyen la paralización de la reforma agraria y la necesidad de aumentar la producción de alimentos.
Grupos religiosos, que actúan directamente en las periferias, también estarán presentes en el coloquio con Lula.
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